20 de diciembre de 2014

La Navidad de los mozárabes


También en Al-Andalus se celebraba la Navidad, especialmente en aquellas zonas donde había abundante población mozárabe (Toledo, Tortosa, Granada, Sevilla, Córdoba…) siendo unas festividades muy diferentes a las actuales donde no había ni árbol de Navidad ni Papa Noel. El régimen islámico permitía a los cristianos celebrar sus tradiciones religiosas y mantener sus creencias pagando una capitación o “yizya”. En verano era muy popular la “Ansara” que coincidía con San Juan y en invierno Îd al- milâd (Navidad) y Yannayr o Nayrûz (Año Nuevo).
Lo que si se ha mantenido hasta nuestros días ha sido la misa del Gallo en Nochebuena, que seguía, en latín, unas partes prestablecidas. Por ejemplo, un esquema sería el seguido en la liturgia del In Nativitate Domini:
  • Prælegendum / Canto de entrada.
  • Oratio post Gloriam / Oración después del Gloria.
  • Prophetia / Profecía.
  • Psallendum / Salmo de meditación.
  • Apostolus / Apóstol.
  • Evangelium / Evangelio.
  • Laudes/Alabanzas
  • Sacrificium / Canto del ofertorio.
  • Oratio Admonitionis / Monición sacerdotal.
  • Alia / Oración entre los Dípticos.
  • Post Nomina / Oración después de los Dípticos.
  • Ad Pacem / Oración de Paz.
  • Illatio / Acción de gracias.
  • Post Sanctus / Oración después del Sanctus.
  • Post Pridie / Invocación.
  • Ad Orationem Dominicam / Introducción al Padre nuestro.
  • Benedictio / Bendición.
  • Completuria / Oración final

Aunque no tiene lugar en Al-Andalus, sino en la Sicilia de Guillermo II, podemos asimilar la celebración de la Navidad orientalizante en el siglo XII en Palermo a lo que sucedía en las iglesias mozárabes andalusíes por esa misma época gracias al testimonio que nos aporta Ibn Yubayr de Valencia quien en su Rihlah ("Viaje a través de Oriente" en la traducción del arabista Felipe Maíllo Salgado) nos habla de iglesias engalanadas con velas y las puertas abiertas de par en par. Ibn Yubayr entró por curiosidad en una de ellas y quedó prendado. Las iglesias mozárabes españolas no serían muy diferentes a las descritas para Sicilia por el viajero valenciano.
Pero la Navidad no fue en la Iberia musulmana solo patrimonio de la cultura mozárabe sino que como celebración popular de todas las clases sociales se extendió también entre los musulmanes, que participaron de ella adaptándola a su calendario islámico, no sólo por ser una tradición hispánica de siglos atrás (recordemos que la mayoría de los musulmanes eran “muladíes” conversos o hispanos autóctonos de origen romano o visigodo) sino que la figura de Jesús (Isà) formaba parte también de la Cadena de profetas enviados por Dios a la Humanidad (Silsilat al-Anbiyâ’), siendo la segunda en importancia tras Mahoma, por lo que su celebración era hasta cierto punto “islamizable”.
La Virgen (Sayyidatunâ Maryam) tenía también una veneración especial dentro del propio Islam.
Aún hoy el “Milâd” o Navidad en árabe, se sigue celebrando con este nombre entre las comunidades cristianas de Oriente y Egipto y por otro lado, lo que sería el “Nayrûz” o Año Nuevo, no es otra cosa que la adaptación andalusí de una festividad persa de origen zoroastriano que aún hoy se celebra en Irán, los países de lengua persa como Afganistán o Uzbekistán y entre los parsis o zoroastrianos actuales. Nayrûz o Nowrûz es “año nuevo persa” aún en la actualidad. La otra palabra mozárabe “Yannayr” es de origen latino procedente de “Jannuarius” o “Enero” y que se identifica en un contexto romano precristiano con el dios Jano, el dios de las dos caras, el pasado y el futuro que abría el nuevo año. “Nayrûz” y “Yannayr” vinieron a significar pues casi lo mismo, “Año Nuevo”.
Fue tal el arraigo de estas celebraciones navideñas en el Islam popular andalusí que los cadíes y alfaquíes trataron de erradicarlas y prohibirlas por ser lo que en árabe se llama “bi’dah” (innovación), esto es, un añadido que contravenía las enseñanzas y tradiciones del Islam y por tanto, algo herético y condenable según el Derecho Islámico (fiqh).
Aunque la presencia mozárabe decayó a lo largo de los siglos por las emigraciones y movimientos de población hacia el norte cristiano; y por otro lado, por las deportaciones almorávides al Norte de África, estas celebraciones siguieron vigentes hasta mediados del siglo XIII y así lo confirman algunas fuentes disponibles, que si embargo, son indirectas y no proceden de fuentes cristianas (mozárabes u occidentales) sino de fuentes musulmanas árabes, pero aún así nos permiten reconstruir parcialmente cómo eran esas conmemoraciones cristianas y también celebradas por los musulmanes en tierras de Al-Ándalus.
Aunque el abundante elemento mozárabe nos vale como explicación histórica de por qué los musulmanes celebraron la Navidad hasta la época almorávide, la explicación a su pervivencia en el siglo XIII nos la da el jurista y alfaquí al-´Azafí de Ceuta, atribuyéndolo a dos causas: Las relaciones de vecindad con los cristianos por cercanía geográfica, a través del comercio y por la vía del cautiverio en tierras cristianas.
Estas explicaciones de Abû l-´Abbâs al-´Azafí, alfaquí y cadí de Ceuta (m. en 1236) forman parte de un tratado jurídico descubierto y traducido por el arabista Fernando de la Granja, el Ad-Durr al-Munazzam, que para nosotros es una fuente histórica importante para el estudio de las celebraciones de Navidad y Año Nuevo.
Nos habla de un ambiente muy parecido a las actuales Navidades que pasamos en España con niños de vacaciones escolares, puestos callejeros de Navidad donde se venden dulces, frutos secos y viandas, se adornaban las casas y sobre todo, como ocurre hoy en día se hacían grandes comilonas y los amigos y familiares se intercambiaban regalos:
“En estas fiestas se hacen unos a otros preciosos regalos que han elegido de antemano y "ciudades" en las que forman e inventan diversas figuras. Los ricos montan en sus casas puestos como los de los tenderos y los arreglan esmeradamente. Hay gente que permite a sus familiares comer de ellos, y otros se lo prohíben. Los adornan como si se tratase de una desposada subida en su estrado, tras la de la cual no se cerraran las puertas. Los hay que venden una parte de aquello y venden el resto.
Nos ha contado más de un viajero que en algunas ciudades de al-Andalus estos puestos llegan a valer setenta dinares o más, por los quintales de azúcar que contienen, las arrobas de alfeñiques, la variedad de frutas frescas, bolsas de dátiles, sacos de pasas e higos, de diferentes clases, especies y variedades, y toda suerte de cascajo: nueces, almendras, avellanas, castañas, bellotas y piñones; amen de caña de azúcar, y toronjas, naranjas y limas de la mejor calidad. En algunas ciudades hacen cazuela de pescado en salazón, en lo que gastan hasta treinta dirhemes, y otras comidas por el estilo (...) Sueltan a los niños de las escuelas, y con ello les llenan el corazón de amor por esas innovaciones que ya han echado raíces.”

Por último, Al-Azafí menciona algunas costumbres curiosas y casi supersticiosas que se hacían en Año Nuevo (Nayrûz) como la de colocar coles debajo de las camas para atraer la buena suerte, algo que también fue reprobado por nuestro alfaquí de Ceuta.
(Extracto de un trabajo de Mabel Villagra)

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